Gestión del Color en fotografía (así, con mayúsculas).
Esta técnica, más bien conjunto de técnicas, tiene como finalidad hacer que todos los dispositivos implicados en un proceso de trabajo vean y muestren los colores de la misma manera.
Esto es hacer que, de forma predecible, se muestren los colores homogéneamente en cada dispositivo, desde que se captura la imagen con una cámara y un objetivo –o lente– bajo una iluminación concreta (la suma de los tres elementos es un dispositivo) hasta que se muestra impresa sobre un papel específico con unas tintas concretas en una impresora dada (esta suma de factores configuran otro dispositivo) o se visualizan con un proyector o en una pantalla transmisiva, pasando por su edición previa en un entorno de software, monitor y entorno de trabajo con su iluminación ambiente (tenemos pues, otros dispositivo).
Pero esto que, a priori, parece sencillo con la ayuda de determinados instrumentos y software, tiene sus complicaciones y limitaciones. La mayor limitación y, por ello, la primera que hay que considerar, es que un flujo de color mostrará el aspecto de color correspondiente al espacio cromático menor de todos los dispositivos implicados.
Para facilitar la comunicación del color entre dispositivos de un flujo de trabajo se utilizan espacios de color estándar, independientes de los dispositivos y que actúan como «traductores» de las diferentes formas de interpretar el color según la electrónica, materiales o tecnologías de cada dispositivo.
Estos son los conocidos espacios de trabajo sRGB, Adobe RGB (1998), ProPhoto RGB, y otros. Como norma, el espacio del dispositivo siguiente en el flujo de trabajo, deberá estar contenido en el espacio del dispositivo anterior.
Gestión del color en fotografía. Introducción y Fundamentos.
El objetivo de la gestión del color es obtener una reproducción consistente del color, sin importar dónde o cuándo se reproduzca. Para establecer unas expectativas correctas, ten claro que no es posible obtener siempre los colores exactamente iguales, no importa lo que algunas personas puedan decirte. Hay demasiadas variables que influyen en aspecto final del color, especialmente con los materiales impresos: la misma fotografía en una revista couché se verá diferente a la impresa en un periódico, siempre.
Y piense por ejemplo en el efecto de las sombras sobre los colores a los que afectan como modifican su aspecto visual, o de las diferencias en las fuentes de luz. La vida real no es un entorno de laboratorio, hay múltiples factores que, como fotógrafo o diseñador, no puedes controlar. Esto lo debes tener siempre en mente, debes mantener tus expectativas realistas.
El concepto gestión del color es para muchos fotógrafos un asunto críptico y solo para iniciados o, en el peor de los casos, un término detrás del cual no hay nada especial o relevante y que, con sumo gusto, deja que se ocupen de ello los profesionales de la impresión o los diseñadores.
Pero lo cierto es que este asunto de la gestión del color afecta directa o indirectamente a cualquier persona que trata con archivos de imagen digital, les guste o no, así es y, lo que es peor, si no atendemos con cuidado los requerimientos mínimos de la comunicación del color (la forma en que se transmite la información de color entre dispositivos implicados en un flujo de trabajo) lo más probable es que nos encontremos con sorpresas desagradables que no sabremos resolver.
La gestión del color no debe ser un problema para el usuario profesional. Cualquier persona que hace fotos digitales, escanea imágenes analógicas, edita imágenes digitales en un monitor conectado a un ordenador, las procesa, imprime pruebas de evaluación o incluso las imprime en Artes Gráficas, debería por lo menos conocer este tema en sus conceptos básicos.
Por eso, para ayudar a situarse ante esta problemática, os aportamos una introducción detallada y fácil de entender a la gestión del color.
Problemas cotidianos al manejar imágenes digitales.
Para situarnos, vamos a empezar por mencionar algunos ejemplos cotidianos donde todos los involucrados con las imágenes digitales se ven afectados por la gestión del color, sin entrar en análisis exhaustivos de las causas del problema y su resolución.
- Nuestra cámara digital, indecentemente cara, con unas ópticas que valen su peso en coltán, no tiene ningún reparo en capturar las imágenes con una tonalidad verdosa, amarillenta o rojiza. Este es un caso típico de ajuste incorrecto del balance de blancos en la cámara digital o de un monitor no calibrado.
- En el monitor de la empresa o en casa de un amigo, tus fotografías digitales se muestran con colores mucho más fieles y vibrantes que en tu propia pantalla. He aquí un caso típico de monitores con ajustes diferentes sin calibración estandarizada.
- Por fin has podido invertir en un monitor nuevo para tu estación de trabajo y, ¡sorpresa! Lo que ves te rompe la cabeza. Tus fotografías digitales deberán ser reeditadas, aunque ya se hubiesen sometido a un procesado anterior que requirió bastante tiempo. Todas ellas muestran la misma desviación en los ajustes de corrección del color, porque se editaron con un monitor que no estaba calibrado. Al comprar un nuevo monitor, es necesario un nuevo procesamiento de todas las imágenes.
- Tus fotografías digitales aparecen en tu monitor con colores naturales y realistas, tú sí tuviste la precaución de calibrar el monitor. Sin embargo, cuando se imprimen en papel fotográfico, los colores están descoloridos, pálidos o desviados. A menudo, la causa principal es la baja calidad del papel o la calidad de la tinta, pero también en muchas ocasiones, puede ser simplemente porque la impresora no está perfilada.
- El color de las impresiones fotográficas, que te han hecho en un laboratorio especializado, no es de ninguna manera ni parecido al archivo de imagen original; y tú si tienes tu monitor calibrado y trabajaste con tu cámara perfilada y calibrada. Rápidamente reportas el error al laboratorio especializado, que puede ser que no use la gestión del color (¿quién sabe?) o utilizan un equipo de procesado no calibrado o son los dispositivos de salida los que no están perfilados. También podría ser que el laboratorio profesional que, utiliza dispositivos profesionales calibrados y produce impresiones originales, hayan modificado los ajustes de tu imagen al observarla distorsionada debido a una pantalla no calibrada.
- Un archivo de imagen aparece en tu ordenador en colores completamente diferentes si lo abres con un visor de imágenes (u otro programa) a si lo abres con Photoshop®. La razón de esto es que Photoshop® admite la gestión del color y toma perfiles de color al mostrar imágenes, mientras que el visor de imágenes sencillo y algunos programas, ignoran los perfiles de color incorporados en los archivos de imagen.
Problemas como estos suelen ser utilizados por muchos usuarios ignorantes y atrevidos (¡qué atrevida es la ignorancia!) para echar la culpa, alegremente, a la cámara digital, el monitor, incluso al ordenador o la impresora. En la mayoría de los casos, el origen de los defectos se encuentra en un sistema de gestión de color no cerrado, es decir, en un entorno de trabajo en el que uno o varios elementos no están calibrados / perfilados.
Vamos a ver un ejemplo que ilustre cómo la ausencia de un sistema de gestión del color en un flujo de trabajo afecta a cada vínculo entre dispositivos, y cómo se propagan los errores y empeoran.
Ejemplo de propagación de errores de color.
Partimos de un motivo rojo (una flor roja, un vestido rojo o, simplemente, una tarjeta roja) que capturamos con una cámara digital, luego vemos la imagen en el monitor, la editamos en un programa de procesado de imágenes y, finalmente la imprimimos en la impresora. Nuestro motivo rojo, en origen muestra un color combinación de tono, saturación y luminosidad que vamos a nombrar como 100 (como un valor hipotético a reproducir) por lo que, deberá aparecer de nuevo como 100 en el papel fotográfico de la impresora.
A la izquierda, la figura 1 muestra la situación inicial: un motivo con el tono rojo 100. Digitalizamos la flor haciendo una captura con una cámara, pero esta cámara, que no está perfectamente calibrada, tiene la propiedad negativa de que captura los rojos un 20% más oscuros.
A partir de nuestro motivo original, la figura 2 muestra en la segunda etapa un archivo de imagen digital con un rojo ligeramente más oscuro, con una intensidad de 80.
Un inciso:
A ver, que esto es un ejemplo para entender la necesidad de una gestión del color, que está claro que una cámara con una desviación de color del 20% no es ciertamente un dispositivo superior, de hecho sería para tirarla a la basura; pero aquí, nos es útil para ilustrar la cuestión, aunque, dicho sea de paso, en muchas ocasiones, con un balance de blancos mal hecho o inexistente nos encontramos con desviaciones de color considerables.
Sigamos pues. Ahora abriremos nuestra imagen en el ordenador y la veremos en la pantalla. Los monitores tienen tendencia a contrastar, a parte de los ajustes manuales que se hagan para acomodar la imagen a nuestro gusto. En este caso estableceremos que, a causa de un incorrecto ajuste del monitor, visualizamos la flor un 25% más oscuros los tonos rojizos.
Así que en vez de nuestra rosa roja con intensidad de color 80 ahora vemos una rosa más oscura con un valor de color de 60. Pero cuidado, el archivo de imagen digital todavía contiene la información de un rojo de valor 80, solo que el monitor representa el rojo 80 como rojo 60. El monitor no cambia la información, solo la muestra distinta y nos engaña.
Y, a buen seguro, que no es la primera vez que has tocado los ajustes de tu pantalla para adecuarlos a la visualización de una película o a la iluminación ambiente.
Seguimos con la figura 3, ahora abrimos la imagen digital en el programa de procesado de imágenes.
Obviamente, lo que vemos nos parece demasiado oscuro y corregimos los ajustes de la imagen con el programa de edición para que sea similar al motivo original, por lo tanto, parece que debemos corregir de 60 a, por ejemplo, 105, lo que corresponde a un valor del 75%.
Pero, ¿qué es lo que realmente corregimos? Aunque vemos un valor 60, y nos guiamos por él, nuestro archivo de imagen ha guardado el valor 80, y este es el valor sobre el que trabajamos, si aumentamos este en un 75%, alcanzaremos el valor 140 (Figura 4). Así que ahora estamos 40 puntos por encima de nuestro motivo original. La imagen se muestra ahora en nuestra pantalla defectuosa con colores visualmente buenos, pero en realidad, el archivo de imagen contiene un valor demasiado luminoso para el rojo.
Entonces, ¿qué hemos hecho en el programa de procesamiento de imágenes?, pues corregir el error de la cámara, que capturó el rojo demasiado oscuro guiándonos por nuestro monitor configurado erróneamente, así que este archivo de imagen ahora lo vemos en sus colores originales, a pesar de que en el archivo, su tono de rojo es 140.
En un monitor distinto, calibrado, este archivo de imagen se vería demasiado luminoso.
Pero aún puede ir a peor, vamos al último paso, la impresora de salida.
Supongamos que nuestra impresora imprime los colores demasiado brillantes (por ejemplo, 30% demasiado luminosos), entonces nuestro rojo de los 140 pasa a 180, mira la figura 5, el color que se imprime tiene poco que ver con el original. Como ocurre en muchas ocasiones, estamos muy decepcionados con el resultado y, seguramente no sabemos qué ha pasado.
Una conclusión a considerar:
En un proceso de producción con un flujo de trabajo con varios dispositivos de entrada y salida sin gestión de color, se producen errores en cada estación, que se propagan e incluso se amplifican parcialmente de un dispositivo a otro.
Insisto en que el ejemplo es un poco exagerado, es cierto que se plantean valores de error extremos, que no son del orden de magnitud real cuando se utilizan dispositivos de alta calidad. Sin embargo, si tienes una cámara o impresora de gama media / baja y utilizas un monitor viejo o de ofimática (esto es más común de lo que parece), tendrás que enfrentarte a incontrolables desviaciones de los dispositivos individualmente.
La importancia de los errores de color depende, obviamente, de la aplicación final de estos: Si un árbitro de fútbol imprime la tarjeta roja en cartón y muestra a un jugador esta tarjeta, entonces no hay discusión, el jugador debe abandonar el campo, sea el rojo como sea. Sin embargo, si el motivo rojo es una blusa de señora para un catálogo de venta online, entonces debemos asegurar que igualamos el color al original y esperar que quien lo visualice lo haga en un monitor en condiciones, en caso contrario toca esperar numerosas devoluciones de esa blusa después de que los clientes hayan comprobado al recibirla en sus casas que, la prenda comprada no coincide ni es similar a la falda con la que querían combinarla.
Motivación para el proceso de gestión del color en fotografía.
Nuestro ejemplo anterior ha demostrado que en nuestro flujo de trabajo (cámara – pantalla – impresora) se producen errores en cada estación que, en el peor de los casos, se acumulan o, en el mejor de los casos, se anulan mutuamente. Se podría hablar de un golpe de suerte cuando la cámara digitaliza en un 20% demasiado oscura y la pantalla muestra los colores demasiado brillantes en un 20%, que es lo mismo que desvía la impresora, pero ya sería mucha suerte.
¿Qué habría que hacer entonces, para no dejar los errores de color al azar?
Si tienes suficiente capacidad económica y puedes invertir 10.000 euros en una cámara y algunas ópticas de calidad, y otros 6.000 euros en una pantalla gráfica con algunos accesorios y no menos de 3.000 euros en una impresora profesional, entonces estate tranquilo, los errores de los componentes individuales son tan pequeños que sólo se darán pequeñas desviaciones de color. Pero, cuidado, incluso estas variaciones de color mínimas, siguen siendo inaceptables en el campo profesional, por ejemplo al imprimir catálogos de muebles, objetos de lujo o joyas, o revistas de moda.
Así que, si no tienes ese músculo financiero para invertir, necesitas una solución decente y fiable que también funcione en el área de bajo costo.
En nuestro ejemplo, usamos una cámara que capturó los rojos con un promedio de desviación un 20% más oscuro, un supuesto dispositivo realmente malo. Sin embargo, esta hipotética cámara no sería tan mala, si conociésemos que hay exactamente un 20% de desviación. Es como un reloj que atrasa 7 minutos, nunca perderé el tren porqué sé que atrasa 7 minutos cuando consulto la hora y mentalmente se los añado para saber la hora real. La gestión del color es algo parecido.
Así que, si pudiéramos medir exactamente los errores de color de nuestra cámara y anotarlos en un algún tipo de tabla para hacer la corrección de color (por ejemplo, rojo 100 hacer rojo 80, verde 70 hacer verde 65, azul 150 hacer azul 167), entonces los archivos de imagen de nuestra cámara con errores de color fijos, se podrían ajustar exactamente con nuestra tabla de corrección. Pues esto es lo que ocurre durante la calibración de la cámara como parte de un proceso de gestión del color:
Se calibra la cámara utilizando una carta de referencia tipo ColorChecker y se miden sus valores frente a la referencia; como resultado, se obtiene un perfil de cámara, que puede usarse para la corrección directa de archivos de imagen.
El proceso descrito aquí para la cámara es, por supuesto, el mismo para la pantalla, para la impresora o para una prensa de cuatro colores.
Si uno conoce los errores de estos dispositivos individuales, entonces puedes almacenarlos y utilizarlos para la corrección. Así que, si al medir tu monitor, has encontrado que el rojo 100 es un rojo 80, o el azul 75 es un azul 89, o el amarillo 125 es un amarillo 134, puedes guardar estos errores en el archivo de un perfil de pantalla y aplicarlos como una acción correctiva cuando se muestre una imagen.
Y, por supuesto, también deberás medir exactamente la impresora utilizada y guardar los valores de desviación en forma de un perfil de impresora para que puedan ser tenidos en cuenta al imprimir un archivo de imagen.
A partir de estas consideraciones, es evidente que se podría trabajar bastante bien con nuestros dispositivos defectuosos (cámara, monitor, impresora, sistema de prueba), si se mide el error de cada dispositivo, se guarda como un perfil de dispositivo y se utiliza para su corrección.
Continua 2ª parte